La Inocencia

Papá y mamá están en casa

Papá y mamá están en casa, pero no solo por un momentito. Papá y mamá están en casa, y no han llegado cansados, enfurruñados, con ganas de cenar rápido, de ver las noticias y de irse a dormir.

Anoche papá se sentó al borde de mi cama, como hace casi todas las noches, y me leyó un cuento… como casi todas las noches. Pero ahora no bostezaba, no se le cerraban los ojos, y acabó de leérmelo entero. Incluso hasta esa última parte tan rara que los mayores llaman moraleja, y que yo casi nunca entiendo.

Mamá me levantó al día siguiente temprano, haciéndome cosquillas. Como no había que ir al cole, no se puso a darme prisa y a reñirme porque me quedaba dormido.

Cuando fui a desayunar, estaban los dos leyendo los periódicos; papá en el de siempre, el grandote de papel, y mamá en la tablet. Aunque tenían cara de preocupados, y de vez en cuando se les escapaban suspiros, alguna que otra palabra fea, comentaban cosas que yo no entendía muy bien, y no me hacían mucho caso, estaba encantado de que desayunáramos juntos. Solo faltaba María, que se pasa todo el día chateando por el teléfono en su cuarto y contestando a mamá cuando la llama a comer. Pero no me importa, porque así los tengo para mi solo. Mamá dice que es la tontolescencia, que no sé muy bien lo que es, pero que la ha dejado feísima. Espero que a mi no me pase nunca,.

Papá sale mucho a pasear a Pipo. Es muy raro, porque antes no le hacía ni caso. Lo saca como 4 o 5 veces al día. Sale siempre con una máscara muy fea, como si fuera vestido para atracar un banco. Pero no lo creo, porque no se asaltan bancos con máscaras verdes de papel, ni con un perro como Pipo, que no da nada de miedo, y que tiene unas patas muy cortas con las que corre fatal. Le cogerían enseguida.

Mamá va mucho a la compra. A veces vuelve con muy pocas cosas, y cuando se da cuenta de que se ha olvidado algo, se pone muy contenta, y sale corriendo otra vez a buscarlo. Sin embargo, a María y a mi no nos dejan salir nada. María monta unos berrinches tremendos, tira cosas, da portazos, dice a papá y a mamá que les odia, y otras cosas tremendas que no puedo repetir. A mi no me importa no poder salir, porque tengo todo el jardín para mi solo… bueno, y para Pipo. Echo de menos a mis amigos, pero no mucho, Cuando me canse de estar todo le día con papá y mamá, igual les echaré más de menos.

Y los abuelos hace mucho que no vienen. Les quiero mucho, y me gusta verlos, pero a veces me canso de que me den tantos besos y me pellizquen los mofletes hasta que me los. dejan rojos.

Te escribo esta carta, como a los Reyes Magos, porque aunque todo el mundo dice cosas muy feas de ti, a mi me gustaría que volvieras por lo menos una vez al año. Así podré estar más tiempo con papá y mamá, y no tendré que levantarme tan temprano para ir al cole.

Te quiero coronavirus. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *